Mensaje del Teniente General Juan Domingo Perón a los
gobernadores de provincias,
pronunciado el 2 de agosto de 1973, en la residencia
presidencial de Olivos
Señores: Tengo el inmenso placer de volver a ver a todos los
compañeros que ahora tienen la responsabilidad del gobierno en nuestras
provincias. Le he pedido especialmente al señor Presidente que me permitiera
poder conversar con ustedes, aunque sea unos breves momentos, porque todavía
los médicos no me dejan charlar mucho, diremos así. Sin embargo, yo quisiera
por lo menos expresar algunas de las ideas que comenzarán a caracterizar
nuestra actividad partidaria, porque el Movimiento Peronista necesita de una
organización después de dieciocho años en que hemos tenido que sostener una
lucha difícil y enconada, en todas partes y en toda circunstancia.
Hay un viejo principio de la lucha que establece:
"Separarse para vivir, y unirse para combatir". Nosotros, durante
estos años, no hemos hecho una dirección política, sino una lucha política. Esa
lucha política ha impuesto la necesidad de una conducción centralizada, que es
por antonomasia la forma de la conducción.
Pero la lucha ha
finalizado por lo menos en su aspecto fundamental. Esa lucha enconada, difícil,
violenta en algunas circunstancias, ya ha terminado; y comienza una lucha más
bien mancomunada, de todas las fuerzas políticas en defensa de los intereses y
de los objetivos nacionales.
INSTITUCIONALIZAR EL
MOVIMIENTO
Nosotros somos, por
decisión popular, quienes tenemos la responsabilidad de la dirección; y en
consecuencia la tiene nuestro Movimiento, que es el que realmente ha triunfado,
no tanto en base a la lucha y a todas esas circunstancias, sino a haber
procedido dentro de la verdad y defendiendo una razón que, a la larga, es
siempre la que triunfa. Y tenemos una grave responsabilidad, que no puede ser
de un hombre ni de unos pocos hombres, sino de todo el Movimiento
Justicialista, en todo el país, para lo cual creo yo que es indispensable que
comencemos por institucionalizarlo; institucionalizarlo con toda seriedad y con
toda decisión.
Desde que caímos en
1955 he pensado en tratar de institucionalizar el Movimiento; pero no era una
cosa fácil, debiendo sostener simultáneamente una lucha que imponía,
precisamente, una conducción centralizada.
Pero las
circunstancias actuales nos permitirán ir transformando ese gran Movimiento,
hasta ahora absolutamente gregario, en una verdadera institución política, que
no solamente se ocupe de la lucha política, sino, también, de la cultura
política que nuestro país necesita.
CULTURA POLÍTICA
Nosotros somos un
país politizado, pero sin cultura política.
Y todas las cosas que nos están ocurriendo, aun dentro de
nuestro propio Movimiento, obedecen, precisamente, a esa falta de cultura
política. Nuestra función dentro del Movimiento no es ya, solamente, de
adoctrinamiento -en lo que hemos trabajado mucho, y eso ha traído la
politización-, sino de ir cultivando las formas que lleven nuestro Movimiento
al más alto grado de cultura política, lo que será un bien inmenso para el
país, no sólo por lo que representa para el Movimiento Justicialista, sino
porque inducirá a las demás fuerzas políticas a que también adquieran ese grado
de cultura política.
DEMOCRACIA INTEGRADA
La política, hoy, ya
no son dos trincheras en cada una de las cuales está uno armado para pelear con
el otro. Este mundo moderno ha creado necesidades, y los pueblos no se pueden
dar el lujo ya de politiquear. Esos tiempos han pasado; vienen épocas de
democracias integradas en las que todos luchan con un objetivo común,
manteniendo su individualidad, sus ideas, sus doctrinas y sus ideologías, pero
todos trabajando para un fin común. Ya nadie puede tratar de hacer una
oposición sistemática y negativa, porque los países no pueden ya aguantar una
actitud política semejante; uno ve cómo en el mundo entero esto ya está
entrando.
Nosotros quizá
hayamos tenido la última lucha dura y difícil en estos dieciocho años; pero se
inicia para nosotros una nueva etapa, en la cual una organización y una
elevación del nivel cultural político de nuestras masas nos facilitarán todos
los trabajos y todos los esfuerzos que deberemos realizar. Por esa razón hemos
dispuesto que se comience a estructurar el Movimiento Peronista como institución.
Yo ya dejaré de ser el factótum, porque ya no es necesario que haya factótums.
Ahora es necesario que haya organizaciones; crear un Consejo Superior, que será
el verdadero encargado de la dirección y de la conducción del Movimiento
Peronista.
Ese Consejo Superior
será realmente representativo. Ya no seguiremos con el procedimiento del dedo,
porque eso no va a ser eficaz. Ahora tenemos que empezar con el procedimiento
del voto que haga verdaderamente representativo el instrumento que ha de manejar,
dirigir y conducir el Movimiento Peronista.
Ya hemos designado
una comisión para encargarse de estructurar esa organización, y se construirá
en breve tiempo el Consejo Superior Peronista, con su mesa ejecutiva, que será
la encargada de dirigir y conducir el Movimiento. Si conseguimos que ese
instrumento sea realmente representativo, habremos dado un gran paso en la
institucionalización.
LA ORGANIZACIÓN VENCE
AL TIEMPO
Hay que recordar,
señores, que mientras los movimientos gregarios mueren con su inventor, los
movimientos institucionales siguen viviendo aun cuando desaparezcan todos los
que lo han erigido. Porque el hombre no vence al tiempo; la organización es lo
único que puede vencerlo.
Yo ya estoy viejo, y
el hecho de que se acerque mi final nos debe hacer pensar en que es necesario
que este Movimiento se institucionalice para que pueda continuar en el tiempo y
en el espacio, aun prescindiendo de mí. Y desde este momento debe comenzar a
prescindir de mí, para que sea manejado por los peronistas que los propios
peronistas designen.
Esto es lo primero
que quería decirles, para que cada uno de los señores gobernadores pueda llevar
a su provincia este concepto; y si lo hacemos integralmente en todo el país, en
poco tiempo habremos conseguido la institucionalización de nuestro Movimiento.
Este es el momento
preciso para hacerlo. Y creo que desde aquí comenzaremos a accionar en el orden
de la conducción de conjunto, para que cada una de las partes (y cada provincia
es una) pueda cooperar con esta institucionalización que nos dará a nosotros
una seguridad de prolongación en el tiempo y en el espacio.
PONERNOS TODOS A
TRABAJAR
Otro asunto que
cabría también decirles a los gobernantes está referido, a nuestra acción, la
acción gubernamental que afortunadamente se ha iniciado en forma constructiva.
Estos primeros sesenta y tantos días de gobierno en todas partes han permitido
ponernos en claro sobre lo que está sucediendo y lo que ha sucedido en el país.
Es el primer paso: desatar el paquete, para ver lo que ese paquete contiene.
Estos sesenta días han sido suficientes para que todos nos demos cuenta de cuál
es la situación del país. Y pensamos que en esta situación el país podrá salir
adelante si todos los argentinos se ponen a trabajar para conseguirlo.
Creo que el momento
es extraordinariamente importante para que consigamos esta acción que será
decisivamente definitiva para el país.
Yo he estado en
Europa en la época de la reconstrucción, y he visto en cada uno de los países
que he podido visitar y conversar con la gente, el esfuerzo que ha realizado y
el gran espíritu de unidad con que unos y otros, tanto los conservadores como
los comunistas, se han puesto a trabajar todos para reconstruir su país. A
ninguno se le ha ocurrido hacer un tipo de política opositora y cerrada. Es
decir, se ha llegado por obra de las circunstancias a formar una democracia
integrada en la que cada uno es parte de un gran organismo que trabaja con un
solo objetivo: reconstruir el país.
Nosotros salimos de
una guerra civil, desembozada o no, pero guerra civil, en la que se ha
destruido en el país todo lo que pudo destruirse, comenzando por destruir al
argentino, que es la más terrible de todas las destrucciones que pudieran
haberse realizado.
DESVIACIONES
IDEOLÓGICAS
La delincuencia
juvenil que ha florecido de una manera espectacular en el país, es uno de los
índices más claros de lo que se hizo en la destrucción del hombre.
Los procedimientos
administrativos, con todas las deformaciones que los señores gobernadores han
de haber encontrado en cada una de las provincias, indican otro sector de la
descomposición.
Las desviaciones
ideológicas y el florecimiento de la ultraizquierda, que ya no se tolera ni en
la ultraizquierda. Yo he visitado a los países detrás de la cortina, y ya la
ultraizquierda ha muerto. Esta ultraizquierda aun para los países comunistas es
un material de exportación, pero no de importación.
Todo esto indica el
proceso de descomposición del hombre, que es lo más grave que pueda haber
ocurrido en el país. No hablemos de las demás cosas que sabemos bien, y que
saben ustedes mejor que yo cómo han sido destruidas en todas partes. Porque la
destrucción aquí ha comenzado por lo más grave que puede producirse: la
destrucción del Hombre; ha seguido por lo más grave que pueda haber después de
eso, que es la destrucción del Estado. Es el Estado que se ha destruido; son
sus instituciones las que han sido atacadas en sus basamentos. Por eso debe
darse principio a la reconstrucción, porque en la reconstrucción hay que seguir
probablemente el sistema inverso de la destrucción.
La destrucción, en
las instituciones como en los pueblos, comienza por la cabeza, como sucede con
el pescado, éste empieza a pudrirse por la cabeza.
Nosotros debemos
buscar esos factores en cada uno de los estamentos que manejamos y que
gobernamos, para ir reconstruyendo eso, y dedicar a la cultura y a la educación
el más grande sector que podamos, porque es allí donde vamos a incidir sobre la
reconstrucción del hombre, que es la más importante. La cultura y la educación
deben tener en nuestro país un rasgo prominente en la acción que desempeñemos.
TENEMOS UNA JUVENTUD
MARAVILLOSA
Tenemos que educar a
un pueblo que está mal encaminado, y debemos encaminar una juventud que está,
por lo menos, cuestionada en algunos graves sectores. Lo que ocurrió en Ezeiza
es como para cuestionar ya a la juventud que actuó en ese momento. Esa juventud
está cuestionada. Tenemos una juventud maravillosa, ¡pero cuidado con que ella
pueda tomar un camino equivocado! Y ésa es obligación nuestra, ésa es tarea
nuestra.
No se trata de
limitar las aspiraciones ni los pensamientos del hombre. Se trata de educar al
hombre, y de darle el sentido de equilibrio sin el cual nosotros no iremos a
ninguna parte.
Tenemos que volver a
la Grecia de Pericles, donde en cada frontispicio había una leyenda que decía:
Todo en su medida y armoniosamente. Nosotros somos un movimiento de izquierda.
Pero la izquierda que
propugnamos es una izquierda justicialista por sobre todas las cosas; no es una
izquierda comunista ni anárquica. Es un izquierda justicialista que quiere
realizar una comunidad dentro de la cual cada argentino tenga la posibilidad de
realizarse; no más allá.
Nosotros hemos visto
fracasar al capitalismo individualista, pero hemos visto también fracasar al
capitalismo estatal. Ellos han sido ya perimidos por la evolución; y no sólo
aquí: lo mismo en Budapest o en cualquier parte. No vayamos sobre lo que
nosotros venimos sosteniendo desde hace treinta años y que es lo que le ha dado
el éxito actual al Movimiento Justicialista.
Ahora sí, seamos
capaces de realizarlo todo en su medida y armoniosamente. Tenemos un ejemplo en
nuestro propio proceder. En los dos gobiernos justicialistas anteriores, nos
apresuramos un poco y creamos una oposición, justificada o no, pero oposición
que al final dio en tierra con nosotros. No lo habíamos hecho todo en su medida
y armoniosamente.
LOS CAMBIOS
ESTRUCTURALES
La autocrítica es
indispensable en cada una de estas circunstancias. Ahora hay muchos gorilas que
dicen: "Ahora estamos de acuerdo, hemos aprendido". Ellos también
estaban equivocados.
Ellos, por
retardatarios; nosotros, por apresurados. En el futuro, lo que tenemos que
hacer es terminar en el país tanto con los apresurados como con los
retardatarios, y hacerlo todo en su medida y armoniosamente.
Esto es lo que impone
el gobierno de nuestros días, y el Justicialismo de nuestros tiempos. Somos
revolucionarios, porque vamos a los cambios estructurales que hagan más felices
a los argentinos y más próspera y más grande nuestra Patria.
Lo que hagamos en su
medida y armoniosamente será lo constructivo. Lo que quisiéramos hacer
violenta, apresurada o retardatariamente, no es el camino que debemos elegir.
Yo creo que gobernar en estos tiempos y en esta Argentina no es difícil, a
pesar del caos que nos han dejado.
No es difícil, si
llamamos a todos los hombres de buena voluntad que, como argentinos, quieran
luchar por la grandeza de nuestra tierra y por la felicidad de nuestro pueblo.
Yo creo que en ningún corazón bien intencionado pueden estar ausentes estas
premisas, que son las premisas de todos los tiempos.
Señores: yo no quiero
seguir abundando en otras consideraciones. Creo que estos dos asuntos a que me
he referido son los fundamentales.
SER ESCLAVOS DE LA
LEY
Estoy empeñado en una
tarea política: llamar a todos los políticos, cualquiera sea su ideología y
cualquiera su orientación, para que se pongan en esta obra, que será la tarea
común. He hablado ya con los que han sido nuestros compañeros de lucha en el
Frente Justicialista de Liberación; he conversado con el doctor Balbín; voy a
hablar mañana con quienes formaron entonces La Hora del Pueblo; y después lo
haré con nuestros opositores finales, cualquiera que sea su ideología.
Incluso con el
Partido Comunista, que si se coloca dentro de la ley y acciona dentro de la
ley, será amparado y defendido por nosotros. Pero dentro de la ley. Cuidado con
sacar los pies del plato, porque entonces tendremos el derecho de darle con
todo.
No admitimos la
guerrilla, porque yo conozco perfectamente el origen de esa guerrilla.
Los partidos
comunistas que en otros países han visto que dentro de la ley iban a su
destrucción, han querido salirse de la ley para defenderse mejor. Eso no es
posible. No es posible dentro de un país donde la ley ha de imponerse. Porque
la única manera de no ser esclavos, es ser esclavos de la ley; y eso nosotros
tendremos que imponerlo, de cualquier manera.
Yo conozco el origen
de todo esto. He estado en París, precisamente en las barricadas, y he
conversado y participado con mucha gente que estuvo allí; y que estuvo para
eso, para las barricadas.
Y sé bien cuáles son
los procedimientos que quieren poner en marcha, y que se han puesto en marcha
en eso que llamaron Segunda Revolución Francesa, el 30 y 31 de julio de 1968,
en París, cuando colocaron en el frontispicio de la Sorbona un gran letrero que
decía: "Ustedes son las guerrillas que han de liberarnos de lo que nos
quieren vender: la muerte climatizada con el nombre de porvenir. El orden
industrial debe desaparecer. El mercado de consumo debe morir de muerte
violenta. Buscamos un gobierno que sea capaz de poner la imaginación de por
medio".
Así rezaba el
letrero. Pero la finalidad era formar las guerrillas. Guerrillas que después
hemos visto funcionar en todas partes.
Bien: eso es un
asunto que la ley no tolera, y que en consecuencia nosotros no podemos tolerar.
Nosotros no le ponemos ningún inconveniente, si ese partido político -se llame
Comunista, se llame E.R.P. o se llame Mongo Aurelio, cualquiera sea el nombre
que tenga- quiere funcionar dentro de la ley, como estamos nosotros.
Tampoco le temeríamos
fuera de la ley, pero no es lo correcto para un gobierno; ya eso se ha visto
funcionar en otras partes, y no es lo correcto. En lo que sea fuera de la ley,
es la Justicia y la Policía las que deben entender.
GOBERNAR NO ES MANDAR
Si nosotros podemos
persuadir de lo mismo a todos los argentinos, de una o de otra tendencia, creo
que cumpliremos una gran acción de gobierno. Gobernar no es mandar; ése es el
defecto que cometemos muchas veces los militares, que estamos acostumbrados al
mando.
Mandar es obligar,
gobernar es persuadir. Y al hombre es mejor persuadirlo que obligarlo.
Esa es nuestra tarea:
ir persuadiendo a todos los argentinos para que comencemos a patear todos para
el mismo arco; es decir, hacia los objetivos de nuestro país y hacia las
necesidades de nuestro pueblo.
COMPAÑEROS DE MARCHA,
NO ADVERSARIOS
Cuando hayamos
alcanzado estos dos grandes objetivos, quizá nos podamos dar el lujo de volver
a politiquear. Hasta entonces, hay que trabajar, no hay que politiquear. En
esto, yo creo que he conversado con la mayor parte de los hombres
representativamente políticos del país, y todos están totalmente de acuerdo con
ello. Entonces, comencemos a ser compañeros de marcha, no adversarios.
Los adversarios y los
enemigos, ya deben de haber desaparecido en nuestro país. Nosotros hemos
aprendido; ellos también deben de haber aprendido. Por eso nuestra acción es de
persuasión, no de mando. Debemos renunciar a ese mando para empeñarnos en la
persuasión, que será, sin duda alguna, mucho más eficaz para nuestra acción de
gobierno.
Creo, señores, a
pesar de la situación difícil que hemos encontrado en nuestro país en lo
económico, en lo social y en lo político, que la habilidad de los gobiernos que
comenzaron el 25 de mayo le han ido ya solucionando, especialmente en el
aspecto económico, que era el más difícil.
He escuchado las
exposiciones del señor Ministro de Hacienda, y, verdaderamente, yo tengo cierta
experiencia, porque he pasado varias veces por estas mismas cosas, y me siento
sumamente optimista, porque veo que la acción económica está manejada por
hombres que saben negociar y saben comerciar, y ésa es la ciencia de la
economía.
Recuerdo siempre que
una vez, conversando con Miguel Miranda -que era un hombre que se había formado
por sí solo, desde ganar noventa pesos en Bunge y Born hasta tener treinta
fábricas-, yo defendía a algunos técnicos que se arrimaban y que él no les
llevaba el apunte, no les hacía caso, hasta que un día, enojado, me dijo:
"Cállese con esa gente. ¿Usted cree que si esos tipos supieran algo de lo
que es la economía, estarían empleados por trescientos cincuenta pesos de
suelto? Serían millonarios".
Yo siempre he tenido
mucha más fe en los hombre de empresa, que son los que han demostrado
fehacientemente que saben hacerlo. El país, como negocio, es un gran negocio
individual amplificado, de manera que el que es capaz de manejar un gran
negocio, a este otro gran negocio puede también manejarlo. El técnico es
necesario, porque siempre hay contralores que ejercitar. La concepción debe
estar, en mi concepto, en la cabeza de los que saben concebir los negocios, y
la ejecución en los que son capaces de vigilar y manejar una ejecución. Por eso
los dos se complementan, el hombre de negocios para concebir, el técnico para
ejecutar. Y si nosotros conseguimos unir esas dos cualidades, podemos descansar
tranquilos, porque la economía está en buenas manos, como noto que lo está
durante el tiempo que se lleva de gobierno en el orden nacional.
TODO EN SU MEDIDA Y
ARMONIOSAMENTE
Los demás asuntos se
resuelven también por el mismo camino. El orden social se restablecerá cuando,
a través de una educación popular, quitemos toda esperanza a los perturbadores
y a los infiltrados, y demos el verdadero valor que tiene el aspecto social,
llevando a través del Estado y a través de las instituciones de todo orden el
concepto de la vida social de los países modernos.
En cuanto a la acción
política, creo haberles dado ya mi opinión.
Si nosotros, señores,
realizamos todo esto de acuerdo con el viejo apotegma de los griegos: Todo en
su medida y armoniosamente, podemos asegurar que el éxito estará de nuestra
parte.
Yo pido a Dios todos
los días para que este milagro pueda realizarse y para que un día los
argentinos puedan agradecérnoslo en la forma en que los pueblos suelen
agradecer a los hombres, cuando los hombres no solamente se honran con los
cargos, sino que también saben ennoblecer esos cargos.
Juan Domingo Perón
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